¿Qué son las comunidades energéticas y cómo funcionan?
Las comunidades energéticas son iniciativas locales donde personas, pequeñas y medianas empresas, entidades locales e incluso organizaciones sin ánimo de lucro se agrupan para llevar a cabo proyectos de producción de energía limpia.
Estas comunidades están basadas en principios fundamentales como la descentralización de la energía, la democracia participativa y el uso exclusivo de fuentes renovables.
Esto significa que no solo consumen energía verde, sino que las personas de estas comunidades son las que lideran el cambio hacia un modelo energético más justo y accesible para todas.
Una comunidad energética puede adoptar varias formas: desde cooperativas locales que producen energía solar o eólica, hasta sistemas de calefacción urbana que utilizan fuentes renovables como biomasa, geotermia o energía solar térmica.
Además, este modelo promueve la participación ciudadana, haciendo que las personas puedan gestionar y decidir sobre la producción y uso de la energía en su propio entorno.
¿Por qué están surgiendo las comunidades energéticas?
Las comunidades energéticas están ganando terreno rápidamente por la creciente necesidad de descentralizar y democratizar el acceso a la energía.
Este modelo no solo reduce la dependencia de las grandes empresas multinacionales, sino que también promueve un cambio de hábitos en el consumo energético que se alinea con los límites del planeta.
Un ejemplo destacado en España es la Comunidad Energética de Som Energia, una cooperativa pionera en la producción de energía renovable.
En Cataluña, existen más de 50 comunidades energéticas en fase de desarrollo, algunas impulsadas por ayuntamientos que ven en estas iniciativas una manera de reducir la pobreza energética y fomentar la participación ciudadana en la toma de decisiones sobre el uso de los recursos.
Las ventajas de las comunidades energéticas
La creación de comunidades energéticas aporta múltiples beneficios, no solo para el medio ambiente, sino también para las personas que forman parte de ellas.
A continuación, exploramos algunos de los más relevantes:
- Democratización de la energía: Una de las principales ventajas es que las personas de la comunidad son quienes tienen el control. Participan activamente en las decisiones sobre cómo y cuándo se genera y consume la energía, haciendo que esta deje de ser un monopolio de grandes empresas y pase a manos de la ciudadanía.
- Reducción de la factura energética: Al producir energía localmente, las comunidades energéticas permiten que sus miembros disfruten de tarifas más bajas, reduciendo los costes energéticos y, en muchos casos, haciendo la energía accesible para quienes antes no podían pagarla.
- Adaptación al cambio climático: La utilización de fuentes de energía renovables descentralizadas es clave para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Estas comunidades ayudan a mitigar la crisis climática al disminuir nuestra dependencia de los combustibles fósiles.
- Empoderamiento de las mujeres y otros colectivos: En un sector tradicionalmente dominado por hombres, las comunidades energéticas fomentan la participación de las mujeres y otros colectivos subrepresentados. Estas comunidades son un espacio donde se fomenta la justicia de género, permitiendo que más personas sean parte activa de la transformación energética.
- Combate a la pobreza energética: Al reducir los costes de energía, estas comunidades representan una solución a la pobreza energética, garantizando que todas las personas, independientemente de su nivel socioeconómico, puedan acceder a energía limpia y asequible.
- Resiliencia comunitaria: Las comunidades energéticas no solo crean redes energéticas más eficientes, sino que también fortalecen el tejido social. Al unir a la ciudadanía en torno a un bien común, estas iniciativas contribuyen a crear comunidades más cohesionadas, donde las personas aprenden, colaboran y se apoyan mutuamente.
- Desarrollo económico local: Estas iniciativas promueven la creación de empleo local y fomentan la implantación de nuevas tecnologías. Proyectos como la instalación de paneles solares o la gestión de parques eólicos comunitarios generan empleo y oportunidades económicas para las personas del entorno.
Ejemplos de comunidades energéticas en España
España está siendo testigo de un auge en la creación de comunidades energéticas, de hecho te invito a leer el Informe Energía Comunitaria de Amigos de la Tierra, una ONG ecologista que trabaja por una sociedad respetuosa con el medio ambiente, justa y solidaria desde 1979.
Aquí algunos ejemplos en nuestro territorio:
- Seneo Ontinyent (Valencia, 2014): Esta comunidad energética genera beneficios a través de la venta de energía eléctrica.
- AstuEnerxía S. Coop. Ast. (Asturias, 2018): Se financia mediante la venta de energía eléctrica y la instalación de fotovoltaicas.
- ALUMBRA (Arroyomolinos de León, Huelva, 2020): Actualmente en fase de sensibilización, con financiación bancaria y colaboración de cooperativas locales.
- Energía Bonita (Isla de La Palma, Canarias, 2020): Funciona con aportaciones económicas de sus socios y los márgenes de la venta de electricidad.
- Torreblanca Ilumina (Barrio de Torreblanca, Sevilla, 2020): Aunque su financiamiento no está aún definido, el proyecto busca educar y transformar el modelo energético en el barrio.
- Viure de l’aire del cel (Pujalt, Catalunya, 2009): Iniciativa que se financia mediante la venta de electricidad generada por aerogeneradores.
- Comunidad Energética COMPTEM (Crevillent, Alicante, 2020): Genera energía para el consumo de sus socios y gestiona la agregación de demanda.
Conclusión
Las comunidades energéticas son mucho más que una alternativa a las grandes compañías eléctricas. Son una vía hacia un futuro más justo, donde la energía no solo es limpia, sino que está al servicio de las personas, contribuyendo a la igualdad, la democracia participativa y la resiliencia comunitaria.
Con su capacidad para descarbonizar el sistema, fomentar la inclusión de colectivos subrepresentados y reducir las desigualdades energéticas, estas iniciativas se posicionan como un pilar clave en la lucha contra la crisis climática.
Si queremos un futuro sostenible, las comunidades energéticas representan un paso firme hacia un modelo energético más humano y equitativo.