Mi gran dilema y lo que casi me lleva a descartar montar estos viajes fue la rabia de sentirme incoherente.
Me resultaba imposible estar hablando del cuidado y respeto a la Naturaleza y pillar un avión a la otra parte del mundo.
Pero pienso en nuestras abuelas y como ellas salían a la fresca a hablar, a conversar. Pienso en cuando fui a Senegal y en esos círculos de mujeres compartiendo su día, sus preocupaciones… Y pienso en Ekeney llamándome dada, en suajili, hermana.
Mira, las primeras víctimas de cualquier crisis somos las mujeres. Aquí y en la Conchinchina. Eso es así.
Lo que me lleva a preguntarme ¿cómo vamos a dar respuesta a todo lo que nos pasa en un planeta que compartimos si no nos juntamos?
No me entra en la cabeza un proceso que no pase primero por conocernos, reconocernos, reflexionar, dialogar y co-crear.
Y para eso hace falta todos los sentidos, necesitamos vernos, tocarnos, abrazarnos, olernos…
Juntarnos.