¿Quién cose tu ropa? Hay preguntas que abren ventanas. Ventanas incómodas, ventanas necesarias. Y esta, es una de ellas.
Una que, cuando se pronuncia en voz alta, rasga un poco, la piel, la etiqueta, el ritmo cotidiano. Nos obliga a girar la prenda del revés y mirar lo que normalmente no vemos, las historias que quedaron atrapadas en una costura, las vidas que sostienen nuestro armario.
En el último fuego del podcast de Hacia lo Salvaje nos reunimos a conversar con dos invitadas, esta vez, curiosamente, dos voces masculinas en un sector muy feminizado, que conocen bien el lado oscuro y también las alternativas de cambio.
- José Luis Mariñelarena, coordinador de la Campaña Ropa Limpia (SETEM), una red internacional que lucha por los derechos laborales en la moda global.
- Julio Cortés, responsable de aRopa2, un proyecto de la economía social y solidaria en Zaragoza que recupera ropa, genera empleo digno y defiende otra forma de vestir el mundo.
Durante la tertulia nos enseñan lo que nos cuesta ver. Lo que no sale en las etiquetas. Lo que rara vez se nombra cuando compramos.
Cuando preguntas “quién cose tu ropa”, el silencio también responde
Decir quién cose tu ropa es, en realidad, preguntar:
—¿Cuánto vale tu comodidad?
—¿Quién paga el precio de nuestros impulsos? ¿Quién cose tu ropa?
—¿Qué vidas quedan atrapadas en cada “tendencia” que dura dos semanas?
Y, sobre todo:
—¿Por qué no nos hemos hecho esta pregunta antes?
José Luis lo explicaba con una historia que parece sacada de una novela, pero que le sucedió a él con 16 años, encontró una fotografía escondida en el bolsillo de una prenda. El rostro de una mujer joven, asiática, sin nombre. No sabía quién era. No sabía qué contaba esa imagen. Pero intuía que había algo allí, una vida anónima, una mano invisible, una existencia atrapada detrás de un bolsillo.
Años después, paradojas de la vida, él coordina una campaña internacional que lucha precisamente por esas mujeres sin nombre que sostienen la industria textil.
La industria que viste el mundo… mientras desviste vidas
El fast fashion es un monstruo de muchas cabezas. Rápido, voraz, hambriento. Produce más de lo que podemos usar, comprar, necesitar. Y lo hace a costa de cuerpos, territorios y tiempo de mujeres que nunca verán las prendas que fabrican por salarios que no dan para vivir.
La palabra que salió varias veces en la conversación fue dura: esclavitud moderna.
Mucho del trabajo textil se hace encerrado, con jornadas interminables, bajo luces artificiales, sin derechos básicos y en condiciones inhumanas. Y todo para que nosotras aquí, en el norte global, compremos una camiseta a 4,99€ que sabemos que no durará ni quince lavados.
El sistema está diseñado para que no pensemos. Para que no miremos. Para que la ropa se convierta en algo desechable. Como si una prenda no tuviera alma.
Pero la tiene.
Y la perdemos cuando tratamos la ropa como un usar y tirar… y cuando tratamos a las personas que la fabrican como engranajes sin rostro. ¿Quién cose tu ropa?

Alternativas al fast fashion: reparar, intercambiar, repensar
Sí, existen alternativas. No son fáciles. No son perfectas. No son instantáneas. Pero existen. Y pasan por tres verbos:
1. Reparar
Volver a coser un botón.
Aprender a arreglar un bajo.
Devolver a la prenda la vida que el sistema daba por perdida.
Como decía Julio, la moda quiere que creas que es más caro reparar que comprar. No es verdad. Es solo rentable para los mismos de siempre que tú lo creas.
2. Intercambiar
Organizar un trueque con amigas, con tu barrio, con tu comunidad.
Mirar tu armario con honestidad y pensar:
“Esto no me sirve a mí, pero quizás sí a alguien más”.
Los trueques no solo alivian el planeta.
Alivian la culpa.
Y alimentan la alegría de lo compartido.
3. Repensar
Repensar nuestros hábitos.
Repensar la presión estética.
Repensar esa sensación de que “necesito algo nuevo para estar a la altura”.
Hoy más que nunca, repensar es un acto político. Un acto de resistencia. Un acto de amor propio.
Historias que sostienen proyectos que sostienen vidas
Tanto Ropa Limpia como aRopa2 lo demostraron en nuestra charla, sí existen modelos que ponen la vida en el centro.
Ropa Limpia presiona a las marcas para que paguen sueldos dignos, reparen daños, garanticen seguridad y respeten los derechos humanos.
aRopa2 genera empleo digno para personas en riesgo de exclusión recuperando y clasificando ropa, demostrando que la economía social es muchísimo más que “una alternativa”, es una forma de caminar el mundo con coherencia.
Ambos proyectos tienen algo en común: ponen cara, nombre y dignidad allí donde el sistema solo pone una etiqueta de 2,99€.
El cambio que empieza en una misma, ¿quién cose tu ropa?
Quizá no podamos cambiar el sistema entero. No mañana. No solas.
Pero sí podemos cambiar cómo nos relacionamos con la ropa.
Y ahí está nuestro poder: el poder personal, el poder comunitario,y el poder colectivo.
- El primero es íntimo, hacer una pausa antes de comprar.
- El segundo es social, hablar de esto con amigas, familia, hijas.
- El tercero es político, apoyar iniciativas, firmar, exigir leyes, sumar nuestra voz a quienes llevan décadas sosteniendo esta lucha.
Porque sí, hay heridas en esta industria. Pero también hay resistencias. Y esas resistencias crecen cuando las vemos, cuando las escuchamos, cuando las nombramos.





